Después de Watterson no se debería decir nada más, peeeeero....

lunes, 12 de octubre de 2009

"Back to Black" (para escapar de los fantasmas)



En 1933 la revista "El Surrealismo al servicio de la revolución" llevó a cabo la encuesta "las posibilidades irracionales de penetración en el cuadro El Enigma de Un Día, de Giorgio de Chirico".La segunda de las preguntas de esta encuesta era: En este cuadro ¿por dónde aparecería un fantasma?.

Bretón, el más fantasma de todos, dijo lo que diría casi cualquiera: "por la segunda arcada, es un fantasma hembra ensangrentado".Y es normal que le pusiese género y adjetivo al fantasma, porque el capitan de la "troupe" resumía en su persona muchos de los vicios que la pandilla de terroristas tenían casi como tics, entre ellos, un más que pronunciado temor a todo lo que sonara a "femenino" (de ahí la profusión de vaginas dentadas dalinianas, muñecas troceadas como las de Bellmer o mujeres imaginadas como las de Desnos, entre otras).

Giacometi y César Moro fueron bastante más lúcidos y contestaron, respectivamente, "a plena luz", y "en mitad de la plaza".

A partir de esta anécdota, el profesor Ángel González construye parte de un librito impresionante que recoge algunos de sus escritos y conferencias bajo el título "Arte y Terror" (Mudito&Co, 2009). Un ensayo, como todos los escritos por González, que resultan de extrema rareza en el panorama crítico-artístico de nuestro país y que harían temblar a los fans del cacareado Didi-Huberman (esto, claro, si tuviesen la repercusión que merecen). La tesis defendida por el artista (porque los textos de González tienen siempre tanto de crítica como de obra de arte), es que los fantasmas son cosa más de la luz que de la oscuridad. De la luz eléctrica, que hace que los vampiros puedan campar a sus anchas por las noches inundadas de luz, de la luz que dió origen al cine - a las fantasmagorías de entonces- y a los fantasmas que hoy en día nos sustraen de la realidad cada noche, a cada momento, de la realidad por medio de la televisión.

Qué razon tiene, otra vez, con eso de que los fantasmas no aparecen a medianoche sino en el Angelus, cuando más alta está la luz del sol, en ese momento en que mientras se huele la comida del puchero cabecea uno en lo que se llama en los monsaterios "la siesta del carnero"; porque es en esas cabezadas cuando más vívidos sueños se tienen, cuando el demonio campa a sus anchas por nuestra imaginación, cuando "vemos dragones", que es como los japoneses describen ese momento.

Suele pasar. Cuando más iluminado cree uno que está, es cuando aparecen los fantasmas más impertinentes, más antiguos, aquellos que nos hacen temblar por tener la forma que más miedo nos puede dar: la de nosotros mismos, iguales pero diferentes - como el retrato de Dorian Gray, que también es luz la pintura. Los fantasmas que vuelven cuando nieva, cuando todo se ilumina en la oscuridad, y hace que las lágrimas se nos congelen en las mejillas...más de terror que de frío.

Por eso, hoy casi que prefiero estar "Back to Black"... para esconderme de los fantasmas.

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