Después de Watterson no se debería decir nada más, peeeeero....

lunes, 12 de octubre de 2009

De paseo con Andy



¿Quien dijo que, después de verle repetirse - y repetido- por todas partes, Andy Warhol ya no puede sorprendernos? Pues debió decirlo algún/a insensato/a como la cronista de "El cultural"(.es, en versión cibernética), para la que la exposición "Andy Warhol. Portraits & Landscapes 1976-1987" parece haber resultado decepcionante. Según ella, "Las fotos no son particularmente irónicas, ni expresivas, ni tienen grandes valores visuales. Tampoco se vislumbra en ellas una relación con la obra “mayor” del artista. (Salvo, quizá, en esa corona de cuchillos que pudo tener en la cabeza para su célebre serie). Forman parte de un diario visual que tiene más interés como eco de una personalidad, de un personaje, que como obra de arte. Para fetichistas."

Y yo sin saber que lo era - ya tengo otra cosa más que contarle a mi terapeuta- porque, en mi ignorancia, la exposición me ha parecido absolutamente fantástica. Y lo es no sólo por mostrar (como ya hizo la exposición "Warhol sobre Warhol" en la Casa Encendida hace unos años) a un Warhol definitivamente "raro" para lo que se supone que Warhol tiene que ser - no parecen casarnos con él ni los lienzos abstractos ni las fotos callejeras. Y sin embargo, pese a lo sorprendente de su contenido, la muestra de la Galería Pepe Cobo, donde se exponen las fotografias de Andy hasta mediados del próximo mes, me parece absolutamente warholiana.

"Mirar con los ojos de Andy", titula su entrada la crítica de "el cultural" (algo que creo que ella no ha sabido hacer ni de lejos). No cabe duda que mirar con los ojos de Andy es complicadísimo, pues sus ojos - el tiempo lo está demostrando- miraban por delante de su época y quizá incluso lo hagan todavía de la nuestra. Por eso, estas fotografías son, además, absolutamente pertinentes en este momento en que trabajos muy similares se presentan como lo más inn del momento, cuando tienen ya casi regusto a "vanguardia" -qué paradoja- y hasta a bodegón.

Las fotografías de Warhol, acumulaciones de escaparates, tumbas, mercadillos, edificios y hasta graffittis, desde luego no parecen anunciar la filia "pop" (que mal va envejeciendo esta etiqueta) que muestran las obras más populares - por repetidas hasta la saciedad- del artista (las sempiternas Campbells, Marilyns y Taylors de nuestras camisetas), esa que hay quien sigue calificando como "obra mayor" en un gesto que a Warhol, el artista desjerarquizador por antonomasia, estoy seguro que le habría horrorizado. Y es que quizá sí que tengan algo de "pop", de afición por el consumo y la acumulación, y no sólo porque muchas de ellas sean fotografías de escaparates y mercadillos abarrotados o edificios que recuerdan en su estructura la idea misma de serialización. En el fondo, tal y como señalaba Susan Sontag, coetánea y asidua del círculo warholita de los sesenta, "El fotógrafo es una versión armada del paseante solitario que explora, acecha, cruza el infierno urbano, el caminante voyeurista que descubre en la ciudad un paisaje de extremos voluptuosos. Adepto a los regocijos de observación, catador de la empatía, al flaneur el mundo le parece pintoresco".

Y lo colecciona, como señala otra Susan -esta de apellido Stewart-, en su impresionante obra "On Longing" (un must para cualquiera interesado en nuestra relación con los objetos), raptando esos instantes de la realidad para llevarlos consigo ý acumularlos - papel fotográfico interpuesto.

No hay, eso lo saben bien los psicoanalistas y los warholitas, nada más melancólico que coleccionar - "es mejor acumular en el exterior que en el interior", que escribía en su diario Enrique Naya. Porque los objetos de una colección, interiorizados como fetiche, pasan a ser, indudablemente, reflejo de uno mismo. Lo dejaba claro Walter Benjamin en su artículo "Desembalando mi biblioteca" en el que, segun Naomi Schor, de lo que habla el alemán no es de una colección, sino de una colección de recuerdos.

Definitivamente, mejor me callo lo de que soy un fetichista delante de mi psicoanalista - y si ella no ha descubierto que lo soy hasta ahora, mejor ir pensando en cambiarla por otra (¡que maravilla, una colección de psicoanalistas!), y desde luego, no volveré a leer una crítica de "el cultural". Me quedo, sin duda, con la de Estrella de Diego (cómo no, si soy fan), para "El Pais", entre otras cosas, porque la profesora ha tenido ocasión de demostrar en repetidas ocasiones, que ella si ha sabido - y vaya que si lo ha hecho, si no me creen echen un vistazo a su "Tristísmo Warhol"- mirar con los ojos del artista. Así que, con un cachito de su crónica les dejo, reafirmando su recomendación:

"Hay en la selección de Pepe Cobo y Cía momentos de diez -seguro que a Warhol le hubiera divertido exponer en ese espacio de delicioso malentendido-, incluso por lo antiwarholiano del asunto: desde la tienda de los nativos americanos hasta una señora rodeada de palomas a punto de tener regusto a Weegee. No hace falta mencionar lo actual del ojo certero de Warhol que nada tiene que envidiar al trabajo de Zoe Leonard, aquí un poco de moda en los últimos tiempos, a destiempo. Warhol es como Picasso: hace todo lo que hacen los otros y a veces hasta mejor.

Como soy una clásica, personalmente me quedo con las fotos de los escaparates: estupendas. Aunque son geniales las de los mercadillos, raras en su producción con esas gentes corrientes que rebuscan entre lo acumulado -qué poco glamour, caramba-. El conjunto merece la pena: corran a verlo. Les sorprenderá."

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