Después de Watterson no se debería decir nada más, peeeeero....

domingo, 11 de octubre de 2009

¿Quien quiere un libro encuadernado?



Que la industria cultural da asco hoy en día no sorprende a casi nadie. Entre la banalización de cuestiones importantes y la espectacularización/especulación artística y cultural, el panorama está cada vez peor.

Desde luego, poco podían imaginarse los creadores de Disneylandia cuando inauguraban el emporio en 1955 que poco menos de medio siglo después serían sus mismas pretensiones las que gobernarían los intereses de gran parte de la cultura occidental. Mejor dicho, de la Cultura occidental, esa que siempre se ha querido privilegiar como "alta cultura" (o cultura, a secas) dejando fuera de sí elementos que no casaran con sus premeditadas recetas estéticas (e ideológicas, éticas y políticas, que no hace la luz al sol).

El último y enloquecido proyecto que parece refrendar esta impresión generalizada es el propuesto para la exposición sobre el verdadero "Código da Vinci". Ya la publicidad con que se anuncia la exposición - "el verdadero código da Vinci"- deja bastante claro por donde van los tiros. La muestra, que se celebrará a últimos de año en Milán, reclama el origen de la misma en la "necesaria desencuadernación" que requería el manuscrito de Leonardo para su óptima conservación. Desde luego, si es por eso merecería la pena quitarle el lomo a los tomos, pero tengo la impresión de que, por motivos de conservación, no van a empezar a desencuadernarse la biblioteca de manuscritos de El Escorial. Seguro que hace falta algo más que un interés científico y conservador para poner las páginas de un libro en horizontal. Supongo, que eso que hace falta es que ese traslado de posición a la horizontal se haga público, y bajo unas vitrinas. Y no en cualquier lugar que no requiera de un traslado, una reorganización o una adecuación del medio que, caso de no realizarse correctamente, resultarían fatales para unas páginas de casi medio milenio de antiguedad. Seguro que no hay lugar más seguro para ellas - mucho más que su mantenimiento a buen recaudo y encuadernadas, donde va a parar- que las vitrinas de la exposición "El verdadero código da vinci" que se celebrará (¿alguien lo dudaba?) en la iglesia de Santa María delle Grazie de Milán, en cuyo refrectorio puede verse - lo de poder y lo de verse es para ponerlo en duda muchas veces- la Última Cena de Leonardo - que no lo sea, o que no sea la misma que pintó Leonardo ya no voy a ponerme a dudarlo.

No se si pueden caber muchas dudas sobre la estrategia: pasen y vean el dos por uno que inspiró al super ventas de los últimos años - y es que con la crisis lo mejor que se puede hacer es asegurar las visitas (40 millones de libros dan para un rato largo de cola ante la iglesia). Por eso, claro, la exposición será itinerante por varios países del mundo - porque las páginas no sufrirán daño alguno en el traslado y, qué demonios, los gastos que se deduzcan de eso bien los paliarán los bolsillos de 40 millones de espectadores (sin contar, claro, con que algunos de los que no leímos el libro quizá decidamos ir a ver las piezas de Leornardo si es que pasan por aquí).

En fin, que poco más se puede añadir, que no es nada nuevo, que si se han hecho exposiciones del Titanic o de dinosaurios alentados por éxitos hollywoodienses no nos vamos a echar ahora las manos a la cabeza porque le haya tocado a Leonardo - ya saben, es todo cuestión de cuidar el libro.La verdad es que ahora que me acuerdo, el otro día bromeaba con unos amigos que se quejaban de la restauración de la catedral de Palma de Mallorca aludiendo que seguro que la habían puesto así porque en la provincia también se esperaba la visita de Ken Follet - y las catedrales tienen que estar bonitas para que los escritores de best seller presenten libros en ellas. ¿Estará Dan Brown vendiendo entradas en la de Milán?. Ya lo he dicho: sólo bromeaba. O eso creía yo.

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